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CONTENT WARNING: General emo me, guilt tripping, psychologists

DATE: 11/03/2024

TITLE: Día normal

LANGUAGE: Spanish

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Tomo café, me sienta mal, comunico este malestar y la persona de siempre se queja sobre que “normal que me sienta mal”, que “debo dejar el café”, prácticamente diciéndome que es mi culpa que ella se sienta mal.

Siempre tengo que escuchar como lo hace todo sobre ella.

Me dan ganas de gritar, de golpear algo. Me da demasiada rabia, pero la tengo que contener porque no está bien visto golpear el teclado de un portátil.

Me relajo, a medias, corrijo faltas de ortografía porque a la velocidad a la que vivo cometo demasiadas.

Vuelvo a empezar. Me cuestiono por qué estoy escribiendo esto cuando debería acabar los deberes, o trabajando en el TREC, que es mil veces más importantes. Pero no tiene respuesta. Tengo este sentimiento constante de que debo desahogarme, pero no tengo nadie con quien hacerlo y, por tanto, todo lo que escribo es en vano.

Sabía que este día donde escribir se volvería obsoleto llegaría. ¿Cómo puedo escribir tanto? ¿Cómo es que todo lo que escribo es inútil? Pues, porque el tiempo que uno toma entre pensar algo y escribirlo para mí es nulo. Mis pensamientos, cada uno de ellos, si quiero, sin filtrar, salen por mis dedos como si de un río enrome cargando agua se tratase, y el papel o el teclado y posteriormente la pantalla, es simplemente la presa.

Eso responde la cantidad de texto que puedo dejar escrito por minuto, y que si no escribo más rápido es porque mi cerebro no va tan rápido. Pero no explica el porqué la presa no es útil. No es útil, es inútil, porque tiene agujeros. El agua fluye igualmente y, siguiendo su ciclo, llega a la cima de la montaña otra vez.

Solía escribir porque era el equivalente a parar esos pensamientos negativos de fluir por mi mente y dejarlos apartaditos mientras seguía con mi vida. Pero, como he explicado antes, la presa dejó de funcionar y escribir mis pensamientos negativos una y otra vez no los hacía dejar de existir.

Los psicólogos tampoco funcionan. Porque, una vez llego delante de uno, empiezo a olvidar todos esos problemas por el simple miedo que me da estar hablando con un adulto. Como olvidar directamente la localidad de la montaña por la que fluye el río.

También encuentro una bastante obvia correlación entre el lugar en el que me encuentro y lo que siento o pienso. Mis peores momentos son en clase. Esto es algo relativamente nuevo, pues solía ser al revés, pero supongo que tiene sentido si ya no estoy cómodo dentro de mi grupo de amigos.

Atentamente,